A veces parece que las cosas no puede salir peor. Una vez, hablando de los grupos, de los confictos y de las situaciones que pasan dentro y fuera de los grupos, Dani me dijo "¡Qué frágil es todo!". Y es verdad. Qué frágil. No me gusta ponerme dramática ni pesimista, pero las situaciones que se dan al final lo único que corroboran es que no hay nada seguro y que todo es un poco como un terremoto: no sabes si de repente la tierra se va a abrir bajo tus pies y se va a ir todo a tomar por culo. Yo no me quejo; las cosas, dentro de lo que cabe, han ido siempre muy bien, siempre mejor de lo que se esperaba, y siempre me he sentido afortunada por las cosas que me iban pasando, pero joder, vaya racha...
En el concierto del Incrustado del otro día dije la palabra "joder" varias veces, entre canción y canción (y eso que sólo tocamos tres canciones). Debe ser como en "El mirlo blanco", una de las últimas canciones que estamos ensayando "Tengo un inconsciente poco inteligente", estoy jodida y digo "joder!" cada dos por tres. Pero vaya, que de peores he salido. Seguro que al final todo se resuelve.
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