Teléfono suena

Ayer sonó el teléfono.

Yo estaba en ese momento con las manos manchadas de grasa. Había tenido que meter las manos dentro del motor de un coche, buscando la placa del bastidor. Tenía una mancha negra en la cara del hollín, y las manos sucias. Sonó el móvil. Llamaban de Madrid.

A veces las cosas se solucionan. Digamos que, dentro de lo que cabe, siguen habiendo flecos sueltos, pero lo cierto es que aquél que te sangra a veces también sangra a los demás. Ya lo comenté con el resto del grupo hace tiempo, pero me parece una reflexión curiosa. Lo único bueno de trabajar con los malos es a veces están de tu parte. A mí no me gusta trabajar con los malos, me gustan los buenos, porque tengo un punto de vista bastante "romántico" de la vida (y entiéndase por "romántico" el honor,la honestidad para con uno mismo y con los demás, la ética y las buenas formas; como diría Nacho Vegas "Formalidad, poca, pero que dure"), pero los malos son así. Hay que hacer de todo en esta vida.

En cualquier caso, estoy tranquila, porque no puedo hacer nada. La incapacidad es un grado de bienestar, porque cuando no tienes poder para actuar en las cosas, pues eso, no puedes hacer nada. De alguna manera, me han dejado fuera. Y eso a veces está bien. Esta vez en concreto casi me salvan la vida. No puedo decir nada más.


Dejé colgado en la entrada anterior el cartel del concierto de Valencia. La foto no es mía (lo digo, porque todo el mundo me lo pregunta). Tengo cuatro millones y medio de fotos en mi ordenador, más todas las que tengo en papel... no sé cuantas suman, porque tenía dos mil negativos hace dos años, más las digitales... Lo malo de tener un archivo tan extenso es que buscar algo es muuuy complicado. Era más sencillo meterse en el Google y buscar algo bonito. Creo que ha quedado bien. La próxima vez prometo poner una foto mía. Esta vez no tuve demasiado tiempo.

El sábado arranca la minigira preverano. Ya estoy intentado cerrar fechas para otoño. Sigo trabajando.

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