Si hubiera tenido la posibilidad de dividir el disco en dos partes, en cara A y cara B, “Pequeño/a” hubiera sido la última canción de la cara A.
Tal y como está colocada en el disco, es un manera de hacer respirar al oyente después de toda la bronca de “Adiós, Madrid”, tema denso de gran orquestación final y con una carga emocional (al menos para mí) quizá demasiado fuerte para el quinto corte del disco. “Pequeño/a” es el descanso de alguien que tiene ganas de ser optimista frente a la densidad de otros puntos de vista.
Para mí fue muy fácil componer esta canción. Solamente tuve que combinar unos pocos acordes que me gustan mucho y ponerle una letra que también fue muy sencilla, porque en aquel momento tenía delante a alguien que sabía darle argumento a esa extraña perspectiva de los pesimistas. Yo no soy pesimista. He de reconocer que tengo una visión de la realidad quizá demasiado cruda, pero no es pesimismo, es una suerte de “realismo trágico”, y cuando digo trágico me refiero al sentido clásico del término. Pero bueno, “Pequeño/a” gira alrededor de Mario Benedetti y un poema de amor que tiene, que es increíble, que se llama “Corazón coraza”. “Pequeño/a” es una canción de amor que escribe alguien que no quiere enamorarse, y que hace una especie de burla (una burla fingida) de algo que le parece demasiado sensible. “Corazón coraza” es algo así, es un “me da igual” sobre algo, un pequeño guiño hacia algo que intentas que no te importe pero que realmente sí te importa. “Pequeño/a” es una canción que tiene demasiadas implicaciones personales como para que yo me ponga ahora a destriparla, sobre todo porque tendría que contar cosas que, como digo, son demasiado personales y que tienen que ver muy de cerca con situaciones reales. Pero el concepto de “pequeño”, como algo tierno, sensible, como una nana para un niño, me gustaba mucho, por eso decidí no hacer más fraseos ni repetir partes, toda la canción de una y después el tramo instrumental que quedó precioso con la harmónica que Chumi improvisó, tramo que, como Dani decía, se parecía a Barrio Sésamo, cosa que conecta perfectamente con la sensación de canción de cuna que pretendía yo darle, además del metalófono de Paco Tamarit que se suma a ese carácter. En todas las maquetas había aparecido siempre al menos un tema de esas características, canción dulzona y tierna, con cierta connotación naive, y en el disco no podía ser menos. Creo que es una bonita canción, aunque nunca la hemos tocado en directo, ni creo que lo hagamos nunca.
El desarrollo instrumental de la parte final es, como digo, una especie de punto y seguido en mitad del disco, porque la canción, con ese punto hedonista que tiene, al final se nubla y se vuelve oscura y un poco siniestra. Como digo, la intención era convertirla en el final de la cara A, y el ruido de la radio sintonizando como un “me aburro y quiero pasar a otra cosa”. Por eso la canción acaba confusa y da pie para que la siguiente entre con más fuerza.
Pero me gusta como quedó, con ese final descacharrado y caótico. Si algún día tengo hijos, ya os contaré si funciona.
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